martes, 6 de diciembre de 2011

El escudo de España

La heráldica, como es de sobra conocido, es una ciencia y a la vez un arte. Es una ciencia toda vez que sus representaciones se rigen por normas fijas, de obligado cumplimiento, necesarias para la correcta interpretación de una composición. Asimismo, es un arte ya que otorga libertad al dibujante, para que interprete a su manera las normas, siempre que las cumpla.

Ejemplo: el león.

El león, en heráldica, si no se dice lo contrario irá siempre rampante, es decir, con las manos levantadas. Tendrá la diestra más alta que la siniestra. Deberá ir de perfil. Adiestrado. Tendrá la boca abierta enseñando la lengua, y los dientes. La cola deberá estar levantada y con la borla hacia arriba. Mostrará sus atributos sexuales. Y por último, en cada una de sus patas mostrará cuatro garras. Si varía alguna de estas normas, deberá especificarse. Estas son las reglas que se deben seguir. No obstante, su interpretación es libre.

Todo esto viene a raíz de estar, el que esto redacta, el otro día, viendo en televisión la rueda de prensa habitual tras el consejo de ministros y observar lo siguiente:

El león sólo tiene tres garras en cada pata.

El escudo de España está regulado por la Ley 33/1981 de 5 de octubre que dice, en su artículo primero, lo siguiente: El escudo de España es cuartelado y entado en punta. En el primer cuartel, de gules o rojo, un castillo de oro, almenado, aclarado de azur o azul y mazonado de sable o negro. En el segundo, de plata, un león rampante, de púrpura, linguado, uñado, armado de gules o rojo y coronado de oro. En el tercero, de oro, cuatro palos, de gules o rojo. En el cuarto, de gules o rojo, una cadena de oro, puesta en cruz, aspa y orla, cargada en el centro de una esmeralda de su color. Entado de plata, una granada al natural, rajada de gules o rojo, tallada y hojada de dos hojas, de sinople o verde acompañado de dos columnas, de plata, con base y capitel, de oro, sobre ondas de azur o azul y plata, superada de corona imperial, la diestra, y de una corona real, la siniestra, ambas de oro, y rodeando las columnas, una cinta de gules o rojo, cargada de letras de oro, en la diestra plus y en la siniestra ultra al timbre, corona real, cerrada, que es un círculo de oro, engastado de piedras preciosas, compuesto de ocho florones de hojas de acanto, visibles cinco, interpoladas de perlas y de cuyas hojas salen sendas diademas sumadas de perlas, que convergen en un mundo de azur o azul, con el semimeridiano y el ecuador de oro, sumado de cruz de oro. La corona, forrada de gules o rojo.

Nada más se especifica, por lo que, el león, debería ser representado siguiendo las directrices que se explicaban anteriormente.

Se trata de otra muestra de la desidia con la que los políticos tratan los símbolos, que luego con tanta vehemencia defienden y un nuevo ataque a la heráldica. Aunque a esto ya estamos acostumbrados.

Y me asalta una duda: ¿nadie, en los casi ocho años que lleva ahí ese escudo, se ha dado cuenta del error?