martes, 31 de enero de 2012

Artículos de don Armand de Fluvià (IV): La banda negra dels cavallers catalans

Nuevo artículo de don Armand de Fluvià, en el que encontramos el motivo de porqué los caballeros de las corporaciones nobiliarias catalanas llevamos una banda negra.

LA BANDA NEGRA DELS CAVALLERS CATALANS

Seguint el costum d’anar publicant documents d’interès per a les nostres disciplines, passo a transcriure el privilegi atorgat pel lloctinent i capità general de Catalunya (1698 – 1701), landgravi Jordi de Hessen-Darmstadt (Darmstadt 1669 – Barcelona 1705), gran d’Espanya i cavaller del Toisó d’Or.

La raó d’aquest privilegi sembla força clara pel seu text. Els membres del Braç Militar i del Cos Col·legiat de la Noblesa de Catalunya es volien distingir de la resta de ciutadans amb un distintiu que els identifiqués. Aleshores invoquen -segurament sense fonament- que, de temps reculats, aquells cavallers que, pel fet d’ésser ancians o xacrosos, no podien portar l’espasa—que només podien fer servir els nobles, els cavallers i assimilats—o que, pel fet de dedicar-se a les lletres, no la volien portar, el que feien era substituir la corretja o banda de cuir o de tela per a cenyir l’espasa per una banda negra. Com podem comprovar, el lloctinent general no hi tingué cap inconvenient i, des d’aleshores ençà, els cavallers del Reial Cos de la Noblesa de Catalunya la porten com a senyal distintiu.

El document és al foli 179 del registre núm. 179 de Cancelleria de l’Arxiu Reial de Barcelona i el seu text és el següent:

"Nobilis Antonii de Granollachs et aliorum

Lo Príncep Darmestadt, Llochtinent y Capità General etc.

Per quant, Don Anton Granollachs, Don Anton de Cruylles, Don Joseph de Càncer, Don Ignaci Sans y de Miquel, Pere de Cardona, Francisco de Cardona, Rafel de Nabona, Honorat de Riu y Navarro, Salvador Massanes de Ribera, Francisco de Sentís, Joseph de Costa y altres particulars Cavallers, indivíduos del Bras Militar del present Principat, Nos han representat que los Cavallers catalans, així Nobles, Militars com Ciutedans Honrats, han observat portar per insígnia una banda de tafetà negre sobre lo muscle dret que crusave lo pit y espalles y rematave baix lo bras esquerre; uns per haver arrimada y deixada la espasa ab motiu de la crescuda edat o achaques y altres, en senal de ser Cavallers, y no portar espasa respecte de haver dedicada sa inclinació a la profesió de les lletres, ab la qual insígnia se coneixen los de son gremi, dóna ab ella advertit impuls per a majors respectes, així en les funcions públiques y privades, com en lo comú del tracte y ordinària comunicació. Y que essent esta circunstància tan necesària y de notòria calificació, que desitjen restablir y renovar sa memorable antiquitat y política en obsequi de la selosa estimació que la previngueren los passats. Suplicant-nos siam servits donar providència y disposició per què usant los Cavallers y indivíduos que componen lo Bras Militar del present Principat de Cathalunya de dita banda, no sia lícit ni permès a altra persona alguna (que no sia de dit gremi) portarla en la comformitat dalt dita.

E Nós, reconeixent la justa y present honorosa inspecció que tenen en imitar los vestigis de sos progenitors y la importància que és en la República que es coneguen los Cavallers y se diferencien entre los demés que no’s troben condecorats ab aquest caràcter per son mayor lustre y deguda veneració, condescendint a sa petició; Ab thenor de la present, de nostra certa sciència y deliberadament, usant de la facultat Real que tenim concedida, és nostra voluntat, volem y declaram que la banda negra que estilàvan en portar los Cavallers catalans antigament, ab lo motiu de molta edat, achaques o de emplearse en la profesió de las lletras, que de aquí avant sie (en los dits casos y altrament) insígnia peculiar y pròpia del Bras Militar del present Principat, e o dels individuos que lo componen, prohibint y privant expressament en virtut de la pressent a qualsevol altra persona que no sia de dit gremi lo poderla portar y usar de semblant insígnia, çots pena en cas de contrafacció de cinch cents ducats de or fi de Aragó, als Reals Cofres aplicadors y de béns propis de quiscun dels contrafahents irremisiblement exhigidors en què volem incorren. Manant a tots y sengles Officials majors y menors, de qualsevol grau y condició, sien presents y esdevenidors, axí Reals com altres, que la present nostra gràcia y privació anexa tinguen, guarden y observen tenir, guardar y observar, fasen y contra no vinguen en manera alguna si la gràcia de la Majestat tenen cara y en la dalt dita pena desitjen no incórrer. Data en Barcelona, als VIIII de Setembre MDCXCVIII. Jorge, Landgrave de Hassia.

Vidit Tavernet y Rubí, Cancellarius. Vidit Don Jacobus Descallar, Regius Thesaurarius, Don Juan Bautista de Aloy"

V.E. haçe gracia al Braço Militar de que la Banda Negra que aconstumbraban llevar los Cavalleros antiguamente sea en adelante propia y peculiar insignia de los de su gremio y que no pueda quien no lo fuera usarla, como arriba se contiene. 200& sello (Paratge 18, 2005).


LA BANDA NEGRA DE LOS CABALLEROS CATALANES

Siguiendo la costumbre de ir publicando documentos de interés para nuestras disciplinas, paso a transcribir el privilegio otorgado por el lugarteniente y capitán general de Cataluña (1698-1701), landgravino Jorge de Hessen-Darmstadt (Darmstadt 1669 - Barcelona 1705), Grande de España y Caballero del Toisón de Oro.

La razón de este privilegio parece bastante clara por su texto. Los miembros del Brazo Militar y Cuerpo Colegiado de la Nobleza de Cataluña se querían distinguir del resto de ciudadanos con un distintivo que los identificara. Entonces invocan –seguramente sin fundamento- que, desde tiempos pasados, aquellos caballeros que, por el hecho de ser ancianos o achacosos, no podían llevar espada -que solo podían usar los nobles, los caballero y asimilados- o que, por el hecho de dedicarse a las letras no la querían llevar, lo que hacían era sustituir la correa o banda de cuero o tela para ceñirse la espada por una banda negra. Como podemos comprobar, el lugarteniente general no tuvo ningún inconveniente y, desde entonces, los caballeros del Real Cuerpo de la Nobleza de Cataluña la portan como señal distintivo.

El documento está en el folio 179 del registro número 179 de la Cancellería del Archivo Real de Barcelona y su texto es el siguiente:

"Nobilis Antonii de Granollachs et aliorum

El Príncipe Darmestadt, Lugarteniente y Capitán General etc.

Por cuanto, Don Anton Granollachs, Don Anton de Cruylles, Don Joseph de Càncer, Don Ignaci Sans y de Miquel, Pere de Cardona, Francisco de Cardona, Rafael de Nabona, Honoral de Riu y particulares Caballeros, individuos del Brazo Militar del presente Principado, Nos han representado que los Caballeros catalanes, así Nobles, Militares, como Ciudadanos Honrados, han observado llevar por insignia una banda de tafetán negro sobre el hombro derecho que cruzaba el pecho y espaldas y remataba bajo el brazo izquierdo; unos por haber abandonado y dejado la espada con motivo de la crecida edad o achaques y otros, en señal de ser Caballeros, y no llevar espada respecto de tener dedicada su inclinación a la profesión de las letras, con la cual insignia se conocen los de su gremio, da a ella advertido impulso para los mayores respetos, así en las funciones públicas y privadas, como en lo común de trato y ordinaria comunicación. Y que siendo esta circunstancia tan necesaria y de notoria calificación, que desean restablecer y renovar su memorable antigüedad y política en obsequio de la celosa estima que le tuvieron los pasados. Suplicándonos seamos servidos dar providencia y disposición para que los Caballeros e individuos que componen el Brazo Militar del presente Principado de Cataluña de dicha banda, no sea lícito ni permitido a otra persona alguna (que no sea de dicho gremio) llevarla en la conformidad arriba dicha.

Y Nós, reconociendo la justa y presente honrosa inspección que tienen en imitar los vestigios de sus progenitores y la importancia que es en la República que se conozcan los Caballeros y se diferencien de los demás que no se encuentran condecorados con esta carácter para su mayor lustre y debida veneración, accedemos a su petición; A tenor de la presente, de nuestra cierta ciencia y deliberadamente, usando de la facultad Real que tenemos concedida, es nuestra voluntad, queremos y declaramos que la banda negra que estilaban llevar los Caballeros catalanes antiguamente con motivo de mucha edad, achaques o de emplearse en la profesión de las letras, de aquí en adelante sea (en los dichos casos y otros) insignia peculiar y propia del Brazo Militar del presente Principado, y de los individuos que lo componen, prohibiendo y privando expresamente en virtud de la presente a cualquier otra persona que no sea de dicho gremio poderla llevar y usar semejante insignia, bajo pena en caso de infracción de quinientos ducados de oro fino de Aragón, a los Reales Cofres aplicadores y de bienes propios de cada uno de quienes lo contravengan irremediablemente exigidos por lo que queriendo incurren. Mandando a todos y respectivod Oficiales mayores y menores, de cualquier grado y condición, siendo presentes y futurps, así Reales como otros, que la presente nuestra gracia y privación aneja tengan, guarden y observen tener, guardar y observar hagan y no contravengan en manera alguna si la gracia de su Majestad aprecian y en la arriba dicha pena no desean incurrir. Dada en Barcelona, el VIIII de Septiembre de MDCXCVIII. Jorge, Landgrave de Hassia.

Vidit Tavernet y Rubí, Cancellarius. Vidit Don Jacobus Descallar, Regius Thesaurarius, Don Juan Bautista de Aloy"

V.E. haçe gracia al Braço Militar de que la Banda Negra que aconstumbraban llevar los Cavalleros antiguamente sea en adelante propia y peculiar insignia de los de su gremio y que no pueda quien no lo fuera usarla, como arriba se contiene. 200& sello (Paratge 18, 2005).

lunes, 30 de enero de 2012

Escudos del Alt Empordà (III)

Seguimos con las entradas relativas a los escudos municipales del Alt Empordà.

Espolla

De gules, un castillo de plata aclarado de sable, sumado de una polla de oro.

El castillo representa el castillo de Espolla, que data del siglo XIII. La polla es un elemento parlante que hace referencia al nombre del pueblo.

Fortià

Escudo partido: Primero fajado de oro y gules; segundo de plata, dos fajas de sable.

Ambas particiones hacen referencia a los señores de la localidad. La primera a los condes de Empúries, ya que Fortià formaba parte de su condado. La segunda son las armas de los Fortià, señores del castillo.

Garriguella

De sinople, un palo fajado de oro y gules acompañado a la diestra de una coscoja de tres hojas y dos bellotas de oro, y a la siniestra de un racimo de uvas de púrpura con los pámpanos de sinople.

La rama de coscoja (“garric” en catalán) es parlante y hace referencia al nombre del pueblo. El palo fajado son las armas parlantes de los condes de Empúries, señores de la localidad. La uva aparece en el escudo al ser el principal cultivo de este municipio.

Garrigàs

De sinople, una coscoja de oro.

Armas parlantes.

La Jonquera

De plata, un haz de juncos de sinople ligado de oro.

Armas parlantes que hacen referencia al nombre del municipio.

Llançà

De plata, tres lanzas de azur fustadas de gules, sostenidas sobre un pie ondado de azur.

Las lanzas son parlantes referentes al nombre de la localidad, toda vez que “llança” es lanza en catalán. El pie ondado simboliza el mar Mediterráneo, tan vinculado a esta población.

Llers

De oro, un castillo abierto de gules acostado costados de dos roques de azur.

El castillo de gules simboliza el castillo de Llers, del siglo X, que fue centro de la baronía dependiente del condado de Besalú que, en el siglo XIII fue comprada por los Rocabertí, de ahí que aparezcan los dos roques de azur, piezas de las armas de este linaje.

Los escudos son de don Xavier Garcia.

viernes, 27 de enero de 2012

Recomendación

Hoy se recomienda un breve pero interesante artículo publicado por La Vanguardia el pasado día 16 y que hace referencia a la Orden del Toisón de Oro, a raiz de su reciente concesión al Presidente de la República Francesa don Nicolás Sarkozy.


El Toisón de Oro, de reconocimiento al ideal caballeresco a reconocimiento diplomático

El emblema, que remite el mito del Vellocinio de Oro, ha contado con ilustres portadores y ha sido retratado por los mejores pintores de la historia

Barcelona. (Redacción y agencias).- El Toisón de Oro, emblema que ha impuesto hoy el Rey Juan Carlos a Nicolas Sarkozy por la colaboración de Francia en la lucha contra ETA, tiene su origen en la Edad Media como un reconocimiento a los caballeros que mejor representasen el ideal de la caballería, aunque con el paso de los siglos se ha convertido en un reconocimiento diplomático.

Creado en 1430 por el duque Felipe el Bueno de Borgoña con motivo de su matrimonio con Isabel de Portugal, en prinjcipio su objeto era la defensa de la religión católica. Que el rey de Arabia Saudí y el emperador de Japón, entre otras personalidades, sean portadores del Toisón muestra que este principio original se ha perdido.

El nombre de la Orden se refiere al mito griego del vellocino de oro, regalo de los dioses, que colmaba de prosperidad a su dueño. Evoca, como ejemplo heroico de valor el que demostraron Jasón y los argonautas, de los que formaba parte Hércules, para repatriar a Grecia el precioso talismán cuya imagen cuelga de los collares.

Como particularidad, el título es personal: los portadores deben asegurarse de que, tras su muerte, sus herederos retornen a la casa otorgante el collar. A partir del siglo XVIII, la orden del Toisón de Oro tiene dos ramas, la austríaca y la española.

La diferencia de la entrega del reconocimiento a Sarkozy es que por primera vez desde 1931 se llevará a cabo en el Palacio Real. Durante su reinado, Don Juan Carlos ha concedido el Toisón a diferentes figuras: el Príncipe de Asturias; el primer jefe de la Casa del Rey, Nicolás Cotoner y Cotoner, marqués de Mondéjar; el político Torcuato Fernández Miranda; el poeta José María Pemán; las reinas Beatriz de Holanda, Margarita de Dinamarca e Isabel II de Inglaterra; el rey Constantino de Grecia, el rey Carlos Gustavo de Suecia, Hussein de Jordania, el Gran Duque Juan I (Duque de Luxemburgo), el Emperador Aki-Hito o el rey y ex primer ministro búlgaro Simeón de Sajonia.

jueves, 26 de enero de 2012

Noticia

Noticia publicada por El País el pasado 14 de enero.

REPORTAJE: LA BATALLA POR EL LEGADO DE LA DUQUESA ROJA

"Mi madre era una mala persona"

Gabriel, el hijo menor de La duquesa roja, critica con dureza la decisión de su madre de dejar el legado familiar en manos de su viuda. Sus hermanos, aunque más prudentes, preparan una agria batalla judicial por la herencia

LOLA GALÁN 14/01/2012

En el palacio de los Guzmanes, en Sanlúcar de Barrameda, residencia histórica de los Medina Sidonia, no vive el heredero de la dinastía, Leoncio Alonso González de Gregorio, de 56 años, 22º duque de Medina Sidonia, conde de Niebla, marqués de los Vélez y marqués de Villafranca del Bierzo. Entre estas cuatro paredes forradas de tapices y recuerdos del ducado hereditario más antiguo de España, concedido en 1445, reina una mujer de su misma edad, Liliane Dahlmann, nacida en Alemania y criada en Barcelona, que compartió con la anterior señora de la casa, Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura (Estoril, 1936; Sanlúcar, 2008), los últimos años de su vida. La Duquesa Roja, como era conocida por su juventud tumultuosa de luchadora antifranquista, se casó con ella in articulo mortis 11 horas antes de expirar. Un matrimonio celebrado en secreto, que sellaba una relación enigmática y aseguraba de cara a los hijos de Isabel la posición de Dahlmann como duquesa viuda de Medina Sidonia y nueva presidenta de la Fundación Casa de Medina Sidonia, creada en 1990.

La Duquesa Roja había ideado antes de morir de un fulminante cáncer de pulmón, a los 71 años, la arquitectura legal necesaria para dejar fuera del alcance de sus tres hijos los bienes transmitidos de generación en generación desde los tiempos de su antepasado Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, héroe de la defensa de Tarifa, en el siglo XIII. Empezando por el palacio de Sanlúcar, declarado monumento histórico artístico en 1978. Y siguiendo con todo su contenido: el mobiliario, tapices, colecciones de arte, algunas de valor incalculable, y, sobre todo, el fabuloso archivo de la casa ducal, integrado por seis millones de documentos, el más antiguo de 1228. Uno de los archivos más importantes de Europa. Luisa Isabel lo donó todo a la fundación, creada en noviembre de 1990, que se convertía así en su legado al mundo, una especie de monumento personal. Pero la fundación, de la que el nuevo duque forma parte como simple vocal del patronato, se ha convertido en un campo de batalla. Los hijos reclaman una parte de ella, la que les corresponde como herencia legítima, aseguran (en total, más del 50%, porque el hijo mayor fue mejorado), y están dispuestos a dar una batalla legal que se anuncia larga y costosa.

A la Duquesa Roja no le habría asustado la pelea. Menuda de cuerpo, de aspecto masculino y frágil, Luisa Isabel era todo un carácter. Y su vida tuvo muchos capítulos. Pasó por una fase de aristócrata al uso, en la que se casó, ya embarazada, con un guapo jinete, Leoncio González de Gregorio y Martí, de la nobleza castellana. El matrimonio duró poco. La boda se celebró en 1955 y para cuando nació el tercer hijo, Gabriel, en 1958, ya estaban separados. La duquesa se lanzó entonces a la lucha antifranquista. Y probó la cárcel y el exilio. A su regreso, gracias a varias amnistías, tras la muerte de Franco, encontró una nueva pasión: el archivo histórico de Medina Sidonia, arrumbado en un guardamuebles de Madrid. Ella lo trasladó al palacio de los Guzmanes, lo catalogó y se convirtió en su guardiana.

En aquella época, la relación con sus tres hijos, Leoncio, Pilar y Gabriel, era todavía buena, aunque distante. La duquesa no tenía instinto maternal, y los años de exilio habían terminado por alejarlos. Aun así, la boda del primogénito con una joven de la aristocracia catalana se celebró en Sanlúcar en diciembre de 1982. Allí se conocieron la duquesa y Liliane Dahlmann, testigo de la novia. Allí surgió una relación que había de tener consecuencias devastadoras para los hijos de Isabel.

Liliane pasó a ser la nueva presidenta, gracias al cambio de estatutos de la fundación, en 2005. Para entonces, la institución recibía ya ayuda pública para subsistir. Ayudas que sigue recibiendo. Consciente de la importancia del archivo, la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas otorgó el año pasado 165.000 euros "para la conservación y difusión del patrimonio documental del archivo". La Junta de Andalucía le concederá este año 120.000 euros. En el patronato figuran también el Ayuntamiento de Sanlúcar y la Diputación de Cádiz.

Las instituciones públicas ven con distancia la batalla judicial que se acerca. Después de todo, el archivo de Medina Sidonia es testigo de miles de peleas históricas similares. Padres contra hijos, hermanos contra hermanos, en la batalla por un título, un territorio, un cargo. Pero desde el principio se han alineado, comprensiblemente, del lado de Liliane Dahlmann. Prefieren continuidad a la incertidumbre de un cambio de mando. "Estamos muy satisfechos con el funcionamiento del archivo, que es de enorme importancia. Está gestionado con esmero casi profesional aunque Liliane Dahlmann no es archivera", dice Julio Neira, director general del Libro, Archivos y Bibliotecas de la Consejería de Cultura del Gobierno andaluz, institución a la que representa en la fundación.

Pese a las muchas diferencias que mantienen, los tres herederos de la Casa de Medina Sidonia están de acuerdo en el agravio que representa para ellos la herencia materna. Y aunque el Código Civil no especifica plazos máximos para reclamar lo que técnicamente se conoce como la reducción de las donaciones inoficiosas hechas por su madre en vida que lesionan sus intereses de herederos, expertos en la materia consultados por este periódico consideran arriesgado superar los cuatro años desde el fallecimiento de la persona testante, que en el caso de la duquesa de Medina Sidonia se cumplen en marzo.

Los hijos no revelan cuál será su estrategia, aunque Gabriel, el que peores relaciones mantenía con su madre, no se engaña sobre las dificultades del caso. "Mi madre era una mala persona", dice al teléfono. "Es un pleito que debería ganarse, pero es muy costoso", explica después por correo electrónico. "Además, una cosa es ganar un derecho y otra es ejecutarlo. Es decir, puede que no podamos ejecutarlo. Pero desde luego que el pleito se pondrá", razona, escarmentado por su experiencia personal. Gabriel González de Gregorio, ingeniero de montes, de 53 años, es el único de los hermanos que no tiene título nobiliario. Toda una anomalía en la Casa de Medina Sidonia. De melena rizada y rasgos que recuerdan a su madre, Gabriel habla como un torrente y es difícil hacer luz en la catarata de quejas que salen de su boca cuando habla de su familia. Por ejemplo, de la herencia escamoteada de su bisabuela, Julia Herrera, condesa de Mortera, descendiente de una acaudalada familia cántabra. La dama había criado a la propia duquesa, huérfana de madre a los 10 años, a la que había dejado en usufructo su herencia con la condición de que entregara a sus tres hijos la mitad al cumplir la mayoría de edad. Gabriel y su hermana Pilar, duquesa de Fernandina, llevaron a su madre a los tribunales y, tras un largo proceso, ganaron la causa.

En el testamento de la duquesa, Gabriel figura como heredero y acreedor. "Como heredero, la testamentaría me asigna unos 130.000 euros, sin contar el impuesto de sucesiones". Migajas comparadas con los bienes de la casa ducal incorporados a la fundación. Aunque el nuevo duque de Medina Sidonia no ha respondido a las preguntas de este diario, en una carta que envió en mayo de 2010 dejaba claro que los hijos exigían una reformulación de la fundación, para que el apellido de la familia figurara vinculado inequívocamente a ella, y hablaba también de una "compensación". Gabriel, más explícito, ha comentado en alguna ocasión que el porcentaje para cada hijo sería de un 11,3%, que en el caso del mayor alcanzaría el 33,9%. Pero ¿cómo disgregar una fundación cuyos estatutos prohíben taxativamente las particiones? "Lo que los hijos quieren es dinero. Nada más", apunta una fuente próxima a Dahlmann. Y los interesados no lo ocultan. "No quieren despedazar ese legado. Lo que quieren es que se les compense económicamente por él", explican fuentes próximas a la duquesa de Fernandina.

Y razones les asisten. Ana y Urquiola de Palacio, albaceas de Luisa Isabel Álvarez de Toledo, reconocen en el cuaderno particional que la herencia dejada a los hijos es muy inferior a la legítima que les correspondería si su madre no hubiera hecho donación de la mayor parte de sus bienes a la fundación.

En estos años se han hecho algunos intentos de llegar a un acuerdo amistoso, que hasta el momento no han fructificado. ¿Por qué? Liliane Dahlmann no responde. Desde el principio ha optado por mantener un hermetismo total sobre la polémica con los hijos de su fallecida esposa. Vive refugiada en el palacio de Sanlúcar, rodeada por un reducido grupo de colaboradoras que mantienen a raya a los periodistas. "Liliane no tiene ni un euro. Mantener la fundación cuesta mucho dinero. Si los hijos quieren reclamar, que vayan a los tribunales", dice una persona próxima a Dahlmann.

Gabriel siempre ha pensado que su madre dilapidó su herencia. El testamento dejó claro que no había huella de sus fincas cerca de Madrid, ni en Hasparren, en el País Vasco francés. "Los bienes que mi madre tenía fuera de la fundación desaparecieron durante sus últimos años, mediante ventas (en algunos casos simuladas) y mediante otorgamiento de créditos a personas jurídicas insolventes. Esa es la ingeniería financiera de la que presumió mi madre", dice. Sería el caso de unas parcelas en Atlanterra, cerca de Tarifa, la plaza que defendió su antepasado Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, a la que estaba muy ligada. Hasta el punto de plantearse ceder su archivo a ese municipio. La idea no cuajó. La duquesa lo dejó en su palacio, que había abierto a visitas turísticas. También acondicionó un sector como hospedería con nueve habitaciones. Firmó además acuerdos de colaboración con un par de universidades, hasta que encontró el apoyo definitivo del Ministerio de Cultura y la Junta de Andalucía.

Una colaboración que está a punto de dar nuevos frutos. Las instituciones presentes en la fundación y su presidenta han firmado un protocolo de acuerdo para crear un consorcio que gestione el archivo de Medina Sidonia profesionalmente. Una forma de descargar a la viuda de la enorme responsabilidad que representan esos papeles. Aunque la fundación quedaría tal cual, custodiando el palacio y las joyas que atesora.

Algo que indigna a los descendientes de la duquesa, convencidos de que lo que su madre donó no le pertenecía del todo. "Si hubiera sido una fortuna que ella misma hubiera creado, la cosa no sería tan grave, pero es que el legado viene de los antepasados de la casa", sostienen. Aunque la Duquesa Roja nunca lo vio así. El archivo era su criatura. Ella lo había rescatado del olvido. Y solo ella tenía derecho a decidir sobre su futuro. En cuanto a sus hijos, que se conformaran con visitarlo.

La Duquesa historiadora y su gran amor

La Duquesa Roja tuvo muchas 'vidas'. La última, desde finales de los años setenta hasta su muerte, en 2008, la vivió entregada a su gran pasión: la historia. Y más concretamente, al archivo familiar. Se convirtió en una historiadora autodidacta capaz de defender las teorías más sorprendentes basándose, decía, en lo que contaban los papeles. Así llegó a la conclusión de que Colón no había descubierto América, un territorio al que los escritores de la época seguían llamando África, y dio rienda suelta a una serie de revolucionarias interpretaciones que plasmó en una larga decena de libros. En esta última etapa vivió también su relación más intensa: la que la unió a Liliane Dahlmann, nacida en Heidelberg (Alemania) el 31 de enero de 1956 y criada en Barcelona. La duquesa encontró en ella, 20 años más joven, la devoción que no había encontrado en sus hijos. Y a juzgar por sus declaraciones, Liliane vio en la duquesa a una especie de Albert Camus. Atrás quedaban los tiempos en que Luisa Isabel, hija de Joaquín Álvarez de Toledo y Caro, 20º duque de Medina Sidonia, y de Carmen Maura Herrera, nieta del estadista Antonio Maura, vivía como una aristócrata más. Y los años de luchadora antifranquista, de defensora de campesinos y obreros, que la llevaron a pasar ocho meses en la cárcel de Alcalá de Henares y al exilio. Vivió en París y en el País Vasco francés antes de regresar a España tras la muerte de Franco y dar comienzo a su tercera 'vida'.

Acuerdos fraternales...

Leoncio Alonso, Pilar y Gabriel, los tres hijos de la Duquesa Roja y de Leoncio González de Gregorio y Martí (fallecido dos semanas antes que ella, y de la misma enfermedad), mantienen relaciones civilizadas entre ellos. Los tres están de acuerdo en la defensa de sus intereses hereditarios por la vía judicial. Aunque cada uno prepara acciones legales por separado.

... y peleas

Los tres hermanos han pleiteado también entre ellos. Leoncio reclamó el título de duquesa de Fernandina, que su hermana Pilar rehabilitó en 1993. El caso lo ha ganado su hijo mayor, Alonso, en el Tribunal Supremo, con lo que la duquesa podría perderlo. Ella y su hermano Gabriel bloquearon también la concesión a su hermano mayor de dos de los títulos de la duquesa, los marquesados de Villafranca del Bierzo y de los Vélez. Perdieron la batalla.